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Anónimo
7 de febrero de 2023
Todo ocurrió en un verano,allá por el 2002, Llevo casado diez años y nunca le había puesto los cuernos a mi mujer, pues siempre hemos tenido una buena relación sexual y jamás me ha hecho falta buscar fuera lo que ya tengo en casa.He chateado alguna vez,si tenéis ganas de conocer personas bisexuales OS recomiendo está página bisexual.soloadultosdating.com Sin embargo aquella ocasión se presentó sin buscarla.
Mis padres tienen un apartamento en la playa, en Málaga concretamente. al que solemos acudir en invierno y en agosto, pero lo suelen alquilar el mes de julio. En ese apartamento he pasado la infancia y conozco a todo el mundo y, precisamente, ese verano lo alquiló Juan, uno de mis conocidos del apartamento. Era de mi edad (ahora 33), pero siempre había ido con otro círculo de amistades. Juan se había casado hacía cuatro años con Lucía, una chavala también de los apartamentos y con la que yo había soñado despierto alguna que otra vez. Ella no es espectacular, de cara es muy corriente aunque los dientes algo salidos le hacen unos atractivos labios gruesos. Sin embargo, de cuerpo si que impresiona. Aunque tiende a disimularlas al máximo, es la dueña de un considerable par de tetas desde que la conozco y un culo que tampoco está nada mal.
Aunque no íbamos en la misma pandilla, yo sabía que Lucía no era ninguna mojigata, pues se había enrollado con algunos de mis amigos (cuando teníamos sobre los 18-20 años) y hablaban maravillas, pero yo nunca tuve la oportunidad.
Llegado el sábado 2 de agosto por la mañana, supuse que lo habrían desalojado, así que me presenté allí para limpiar y echar un vistazo a como lo habían dejado y cual fue mi sorpresa al oír voces dentro y ver al asomarme al dormitorio a Lucía encima de la cama a cuatro patas mientras uno, al que yo no conocía de nada, se la estaba follando a gusto. Rápidamente me disculpé y quise irme, pero Lucía me alcanzó en la puerta. Yo me disculpé, no sabía que decir ni donde meterme. Alcancé a decirle que era día 2 y ella respondió que había llegado a un acuerdo con mis padres para quedarse ese fin de semana y desalojar el domingo
Yo quería irme, pero ella me insistía en que no se lo dijera a nadie. Yo le decía que era un tema privado entre ellos tres y no quería meterme. Tras una breve conversación sobre el asunto me preguntó si lo podíamos resolver de alguna manera. Le pregunté que quería decir e intentó besarme. Ella estaba desnuda, sudada y sus tetas y la visión de verla follar hacía rato que me habían puesto a mil. Acepté su beso y me propuso que pasara esa tarde a verla. Yo le dije que ya que estaba allí prefería que pagara al contado.
Un minuto duró la nueva discusión, ella se metió adentro y al cabo de otro par de minutos me llamó. Resulta que Juan había empezado ese día a trabajar y ella era quien había llegado a un acuerdo con que tardé en metérsela en la boca. Era increíble verla bufar, casi no podía respirar ya que le apretaba la cabeza contra mí para impedir que se la sacara de la boca. Mario estuvo un buen rato, iba a saco y le decía cosas como puta y otros insultos parecidos. No paró hasta correrse y en el momento en que salió, me puse detrás de ella y continué la labor, pero preferí ir empujándola hasta tenerla en la cama tumbada hacia abajo. Continué un buen rato y le di la vuelta para mirarla mientras me la follaba, así podía besarla y estrujarle sus preciosos pechos.
Me corrí en esa postura.Nos habíamos corrido los dos, pero ella no estaba satisfecha, sino que seguía muy excitada y quería aprovechar la situación, así que nos dedicamos a darle placer. De pie, yo delante y Mario detrás, empezamos a tocarla y a besarla. Yo me bajé hasta su coño para comérselo y masturbarla mientras Mario se dedicaba a sus pechos, cuello y boca. Alternativamente le acariciaba los pezones, la cogía y forzaba del cuello o la besaba y metía los dedos en su boca. Lucía, de vez en cuando, paraba para apretarme más la cabeza contra sí misma y soltaba algún gemido. Después, la tumbamos en la cama y continué comiéndole el coño. Yo estaba otra vez como un toro, el sabor de sus jugos me había vuelto a poner a cien. Mario se colocó sentado encima de ella para hacerse una cubana.
Cuando vimos que iba a correrse, Mario, obligándola, se la metió en la boca mientras yo no dejaba de pasarle la lengua por el clítoris. Nada más se hubo corrido se la metí de un golpe. Así estuvimos bastante rato, haciendo un trío increíble. Al terminar Lucía nos dijo que nunca le habían dado tanto placer. Que ser poseída por dos hombres como dos animales disputándose a una presa le había puesto a cien.
Les propuse reunirnos el sábado siguiente, pero ella comentó que no podía ser, así que nos propuso comer juntos allí mismo y aprovechar la tarde. Desde entonces solemos quedar de vez en cuando los tres juntos para realizar diferentes juegos.
En una de esas ocasiones, Lucía nos propuso un juego. Se trataba de escribir cartas con diferentes juegos sexuales, meterlas en una caja y cada vez que quedáramos practicar uno. La caja se iría actualizando con nuevas ocurrencias y su condición era que debían ser juegos bisexuales, pues le apetecía vernos follar entre nosotros. Nosotros dos nos negamos, pero nos amenazó con terminar con aquello así que aceptamos resignados.
En uno de esos juegos, me ataron a una silla y Lucía me la chupó, sin sacarla, durante una hora consecutiva en la que consiguió que me corriera tres veces. Yo estaba sentado con los ojos vendados y Mario, de pie enfrente de mí, me obligaba a chupársela, lo que se convirtió en toda una follada oral. Acabé exhausto, atado, con la boca chorreante de semen y viendo como ellos dos follaban. En otros juegos le hemos metido de todo a Lucía por el coño y por el culo, o nos hemos dado entre nosotros. Nos encanta puteárnos.
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